09 marzo 2010

NO ME DIGA QUE NO LO SABIA


Sobre el lanzamiento de un producto

SOMBRERO DE COPA
John Etherington, un londinense propietario de una lujosa mercería en el Strand, salió de su tienda al atardecer del 15 de enero de 1797, luciendo un sombrero nuevo que él mismo había ideado. El “Times” de Londres comunicó que el sombrero de Etherington, negro y alto como una chimenea, atrajo a una multitud tan numerosa que se produjo un tumulto, al ser empujado un hombre contra el escaparate de una tienda, que resultó roto, Etherington fue arrestado por alterar el orden. Sin embargo, al cabo de un mes ya no podía cumplimentar los encargos de sombreros de copa que recibía. Vaya lanzamiento de un producto!
Los historiadores británicos de la moda aseguran que el de Etherington fue el primer sombrero de copa del mundo, pero sus colegas franceses juran que este modelo apareció en París un año antes, y que John Etherington lo copió. Sin embargo, la única prueba del origen parisino de la prenda es una pintura del artista Charles Vernet. Un “Incroyable” de 1796, que representa a un petimetre con un sombrero de copa como el de Etherington. Aunque tradicionalmente los artistas han presagiado tendencias, los británicos sostienen la opinión de que este cuadro es más bien un ejemplo del artista que se adelanta a una obra.

Un diseño perdurable
BOINA
En la década de 1960, la revista francesa “Archéologie” publicó la fotografía de una figura de la Edad de Bronce, procedente de Cerdeña y que representa a un hombre tocado con una boina igual a las actuales. Al parecer, éste es el testimonio más antiguo que se posee de esta prenda (unos 2.000 años antes de Cristo), y quizá todavía cabría remontarse a épocas más remotas si se tiene en cuenta que, por su forma y características, es una prenda sencilla, práctica y de fácil fabricación.
Cierto es que su origen se pierde en los tiempos, pero a lo largo de la historia hace constante acto de presencia, con unas localizaciones bien determinadas. En un sepulcro de 1.000 años a.C., en Guldhöi, en Dinamarca, se encontró un cadáver que llevaba en la cabeza una especie de boina semiesférica de lana, y en una sítula de bronce de 400 y 800 a.C., descubierta en Carniola, en Austria, varios hombres se cubren la ca beza con boinas. En el códice “Speculum Virginum”, obra de siglo XII que se conserva en el Rheinisches Landes Museum de Bonn, en Alemania, se ve la figura de un campesino provisto de una pala y tocado con una boina como las actuales. En las “Cantigas” de Alfonso el Sabio, del siglo XIII, se observan en algunas de sus exquisitas miniaturas hombres con boina, y en una de ellas la prenda incluso tiene el rabillo o “txortena”. En retratos pintados por Holbein en la primera mitad del siglo XVI, como el del conde de Surrey y el del poeta Nicholas Bour bon de Vandoeuvre, estos personajes lucen boinas de un modelo sencillo, sin aditamentos, muy semejante al actual. En el Hospital del Rey, en Burgos, las esculturas que adornan las puertas y que datan de principios del XVI representan a unos romeros cubiertos con amplias boinas adornadas con la concha de peregrino.
Grande o chica, de muy diversos colores, aunque con gran predominio de los oscuros, más sufridos, ha sido usada modernamente por personajes históricos como Richard Wagner, el mariscal Montgomery, el Che Guevara, entre muchos otros, y su carácter utilitario, junto con su recia personalidad, siguen haciendo de ella la prenda de cabeza más popular del mundo. Can fusté