Lo oculto del juicio y pena de ejecución del emperador Maximiliano.
El Salvadoreño Déneke, estuvo en México realizando investigaciones con el apoyo de la Fundación María Escalón de Núñez, pero no encontró una prueba contundente de que Maximiliano hubiera sido fusilado. Más al contrario, cada descubrimiento que se sumaba a su acopio de información le hacía pensar con mayor fuerza que la ejecución del derrocado emperador fue fingida.
Abundan las extrañas irregularidades: El pelotón de fusilamiento fue mandado a traer al norte de México, de la zona fronteriza con Estados Unidos —“Eran soldados que no conocían a Maximiliano”, observa Deneke— y la ejecución se atrasó dos veces. Las potencias mundiales pidieron clemencia y tanto el escritor francés Víctor Hugo como el general italiano Garibaldi, ambos antimonárquicos, escribieron a Juárez pidiéndole que perdonara la vida a Maximiliano.
No hubo piedad, y después del supuesto fusilamiento, el emperador Francisco José de Austria, hermano de Maximiliano, pidió el cadáver a México. En su lugar, recibió una fotografía.
Ante la insistencia austriaca, México puso como condición para devolver el cadáver, que Francisco José reconociera la soberanía mexicana. Lo hizo, pero México se limitó a mandar una segunda foto, sorprendentemente con la imagen de un cadáver distinto al de la primera.
El cuerpo no fue entregado hasta seis meses después de la supuesta ejecución, ocurrida en junio de 1867. El cadáver que llegó en enero de 1868 a Europa no tenía, sin embargo, ningún parecido con el emperador Maximiliano. Más bien parecía el de un hombre mexicano.
Convencido de que la ejecución de Maximiliano jamás ocurrió, Deneke se pregunta el por qué, y acaba apuntando a una razón que va mucho más allá de las presiones políticas de las potencias mundiales de la época: tanto Benito Juárez como Fernando Maximiliano eran masones.
La solidaridad entre hermanos masones se impuso al deber político, según la hipótesis de Deneke, basada en el conocido voto y juramento de ayuda mutua que entre sí establecen los masones en los cinco continentes. Luis Montes Brito blog spot 2 de mayo 2010